Los tumores cutáneos, ya sean benignos o malignos, pueden tratarse mediante procesos de cirugía plástica cuya complejidad varía en función de las características de la lesión.
Los más comunes, los tumores benignos, es decir, verrugas, pecas, nevus, quistes sebáceos, lipomas, pequeños angiomas, etc., pueden ser tratados mediante operaciones simples que solo precisan de anestesia local y no requieren hospitalización. Lo normal en estos casos es proceder a una leve extirpación quirúrgica.
En cuanto a los tumores malignos, el diagnóstico previo es fundamental para determinar el tipo de lesión. Requieren, por parte del cirujano plástico, extirpar el tumor y sus bordes externos, por lo que será necesaria la reconstrucción de la zona mediante suturas, colgajos o injertos. La muestra extraída a partir de una operación de tumor cutáneo debe ser analizada para garantizar la profundidad y tipo de lesión.
Los resultados finales tras los tratamientos de cirugía plástica y cirugía estética dependerán de las características de cada paciente. Siempre debe haber un diagnostico médico previo.